Libros y hablas, el Prencipinu


MANEL ZABALA - 26/04/2006


"Me preguntó bruscamenti, sin preámbulu, comu frutu d´un problema meditáu en silenciu una tupa tiempu: -Si un borreguinu se jinca los arbustus, ¿se jinca tamién las floris?", de El prencipinu (Le petit prince), tradución al ehtremeñu d´Antòniu Garríu Correas. 

No sean así, por favor. ¿Les ha parecido gracioso este texto? Pues tengan clara una cosa, si Piornal fuese la capital de España, el castellano no sería más que un extremeño mal hablado, la gente bien hablaría extremeño en familia y en sociedad, por educación y porque queda fino. Lo dijo Maks Vaynaraykhs en yídish: "una lengua es un dialecto con ejército y flota (a shprakh iz a diyalekt mit an armey un a flot)". 

Pongamos que existen entre 5000 y 6000 lenguas, la mitad tienen menos de 10000 hablantes, un cuarto no tiene más de 1000, la mayoría no tienen uso literario, algunas tienen un solo libro, La Biblia. La Biblia es el libro más traducido, 2233 versiones; el segundo es El capital; el tercero es El Principito. Así pues, podemos decir que El Principito es el libro aconfesional más traducido del mundo. 

Jaume Arbonés (Barcelona, 1972) colecciona Principitos, ha acumulado unos 200 ejemplares y 132 hablas. Hace poco compró un ejemplar de la primera edición en perfecto estado, The little Prince, Reynal & Hitchcock, Inc. 1943, la camisa enterita y el precio marcado: $ 2.00. Me cuenta Arbonés que El Principito, cuyo sesenta aniversario como obra se cumple estos días, apareció antes en inglés que en francés; que Saint-Exupéry tenía un contrato con Gallimard, pero en 1943 vivía exiliado en Estados Unidos, Francia estaba ocupada por los alemanes... Así que firmó un nuevo contrato con R & H, que lo reeditó hasta que Gallimard ganó el pleito. El libro se editó en 1946. 

Arbonés ha pagado 315 dólares por esta primera edición. Podría revenderla cinco veces más cara. No lo hará, claro. Su pasión lo ha llevado a convertirse en editor, gracias a él existe la versión aranesa: Eth petit prince, traducción de Verònica Barès; actualmente negocia los derechos para el tupí antiguo, sólo falta que Gallimard compruebe que tupí no es lo mismo que guaraní. El tupí, lengua propia de los indios tupinambá, fue la lengua vehicular de Brasil hasta el siglo XIX, en tupí se editó un catecismo en 1618. Aún quedan unos 5000 hablantes nativos de tupí, son los últimos. La traducción la hará Eduardo de Almeida Navarro, de la Universidad de São Paulo. 

Arbonés es un empresario a caballo de Barcelona y São Paulo, es culto e inteligente, ha trabajado en una empresa de aviación en Alaska, ha trabajado en Cirsa y en Borsa de Barcelona. Alguien podrá suponer que Arbonés perderá la camisa editando El principito en aranés y tupí. Pues no crean, la mayoría de compradores de la edición aranesa no son araneses, las compras corren a cargo de los cientos de coleccionistas que hay repartidos por el ancho mundo. Seguro que la edición latina "Regulus resultó rentable, igual que la berlinesa Der kleene Prinz (no confundir con la alemana Der kleine Prinz), igual que la fráncica Der klaa Prinz (el fráncico era el idioma de Carlomagno). Hay gente para todo, fíjense en mí, soy un tipo serio, escribo en La Vanguardia de vez en cuando, no me gusta Star Trek y tengo un Hamlet en klingon. 

A por todas (las ediciones) 
No es fácil ser coleccionista de El Principito,¿cómo se lo montó Arbonés para que la ONCE le enviase una edición en braille en aragonés? La ONCE es muy puntillosa. ¿Les convenció de que es alto-aragonés y ciego? Arbonés, por supuesto, tiene todas las ediciones en braille: alemán, aragonés, castellano, catalán, francés, gallego, holandés, inglés, portugués y turco. Las ediciones más difíciles de encontrar son las siguientes: galesa, turcómana, abjasa, amárica, saselwa y papiamento. Luego están las ediciones fantasma; en principio existen, pero nadie las tiene ni las ha visto: malaya, dari y tibetana. Se cuenta que el único ejemplar tibetano quedó olvidado en un taxi de París. Qué cosas. 

El Principito está traducido en 172 lenguas o dialectos. Súmenle cuatro ediciones en PDF, casubio, eonaviego (gallego de Asturias) y un par en lenguas artificiales. Mírense la traducción al vaganbula, "Sikili Êmdiric. El vaganbula es el idioma que un chico de 15 años, digo yo que muy retraído, empezó a inventarse en 1965. El vaganbula tiene gramática y 5000 palabras de uso corriente, y le resulta muy útil a su creador, Bill Price, para comunicarse consigo mismo. 

La versión preferida de Arbonés es la papiamento: "e ultimo pintura ta representá pa mí e paisahe mas bunita i más triste di mundo". La mía es la bámbara, Masadennin, traducción de Bukari Jara, con las acuarelas originales de Saint Exupery. Eso sí, el principito es negro. 

Me ha escrito un correo Arbonés "Buenos días, Manel. Tu Ël pchi prinsë ya está pedido. He tenido que buscar una versión que le faltaba a la persona quemelo ha de enviar, y que yo no tenía repetida. Cuando lo tenga te llamo. Jaume". Así es como van estas cosas. Es probable que mi agotada edición vivaroalpina haya salido del almacén de ese taimado acumulador alemán: tiene 10 ejemplares en búlgaro, 12 en árabe, 16 en catalán, 243 en coreano... Si quieren un ejemplar coreano, orin wang-ja, deberán conseguirle algo a cambio, o ponerse de acuerdo en el precio. 

En 2005 vieron la luz las ediciones toba (pueblo indígena de Argentina), romanche, amaziga, guaraní, alemán de Berna, ido (lengua inventada) y egipciojeroglifica. Ahora ha salido la aramea... 

Arbonés sabe que no acabará nunca su colección, y ahí está la gracia. 

Me despediré en extremeño, habla de Extremadura que al igual que el portugués de Olivença, al igual que la fala del valle de Xálima, goza de todo el desprecio escolar e institucional. A los hijos de Antòniu Garríu les toca hablar bien en la escuela porque sus profesores creen ser gente culta. Aún hablan extremeño unos cientos de ancianos en su ancianidad, el islote extremeño del asturleonés desaparecerá pronto, y, cito a Saint-Exupéry, "nenguna presona mayol va sel escapá de comprendel enjamás qu´esu tenga tanta emportancia". 

Eso sí, si alguna vez les entra la nostalgia por ese habla que desaparece, siempre les quedará El prencipinu.